El artista
trabajaba despacio, luchando por llevar a la tela el paisaje vigoroso y trágico
de Anáhuac, sumergido en esa luz extraña que todo lo define y todo lo
ensombrece: el valle, las lomas pedregosas y cubiertas de cactus, los volcanes
de conos plateados, y las montañas, azules como las olas del mar.
Estaba de
pie junto a una casita de adobes, en Santa María de Aztahuacán, pueblo
adormecido y sucio que habitan gentes serias y suaves, como sus antepasados aztecas.
Cuando el
cuadro estuvo terminado, la dueña de la casita se le acercó poco a poco,
preguntando:
--¿Puedo mirarlo?
--Sí, cómo no.
La mujer lo
miró con profundo interés, comparándolo con el paisaje real.
--No es lo mismo-- comentó-- pero es
más bonito aquí en la pintura que allá donde lo hizo Dios Nuestro Señor. Será
que usted ha puesto en ella la inteligencia que Él le dio.
--Gracias. ¿Le gusta?
--Mucho, sí. ¡Quién pudiera
tenerlo!
--¿Por qué no me lo compra?
--¿Yo?…¡Imposible, yo soy tan
pobre!
--Pues, como a usted le gusta, yo se
lo doy por cinco pesos.
La mujer
sonrió, juntó las manos en actitud devota, y dijo emocionada: --¡Ay, señor! Yo
tengo los cinco pesos, pero, la verdad…¿Cómo puede usted dármelo por tan poco?
Tanto trabajo que le ha costado; tanta pintura, y luego, figúrese: no más en
puros camiones se le han ido a usted más de cinco pesos. Mejor que hagamos un
trato: yo le doy a usted el dinero, y usted me deja el cuadro por unos días,
para estarlo viendo.
--No, señora, se lo vendo por cinco
pesos.
--Bueno, entonces, venga
conmigo.
La mujer
cogió el cuadro con respeto religioso, entró en la casita y lo colgó en la
pared. Luego, sacó de un baúl una olla de barro y de ella unas cuantas
moneditas de plata, de níquel y de cobre, y se puso a contarlas una por
una.
--Aquí tiene los cinco pesos, señor.
Mucho me ha costado juntarlos, pero vea usted: me sobran diez y siete centavos
para las velas, y así podré verlo de día y de noche, porque nunca me cansaré de
verlo.
El
artista puso los cinco pesos en el bolsillo, le dio las gracias, y se fue
silbando, seguro de que en aquella casita de adobes grises, su cuadro quedaba
más honrado y lleno de gloria que en la galería de arte más famosa del mundo…**Tomado del libro de cuentos "CUENTOS DE TODOS COLORES"
hermoso, es de mis favoritos desde la secundaria, ahora que puedo hacer un poquito de arte, aplico esa filosofía y de vez en vez malbarato un trabajo cuando veo que al cliente le gusta mucho mi trabajo y no puede pagar el precio normal. Ing. Manuel Luis Jiménez. Pachuca, México.
ResponderEliminarQuiero saber si es toda la obra
ResponderEliminarQuiero saber si es toda la obra
ResponderEliminarEl cuento está completo. El libro del que se tomó se llama Cuentos de otros colores, Ediciones Botas 1941. (Como ve Ud. ha de ser difícil de conseguir: en internet valecomo $3,000 pesos mexicanos por si le interesa https://www.iberlibro.com/primera-edicion-firmada/Cuentos-Todos-Colores-Vol-III-Atl/18083393993/bd)
ResponderEliminarMe encanto en espesial la
ResponderEliminarFrase me inspiro a dibujar y me e buelto muy bueno
woow
ResponderEliminarEs un cuento precioso que podría aplicarse a cualquier profesión cuando alguien no tenga para pagar sus servicios siempre hay que apoyar a esa persona que nos quede la satisfacción de haberlo hecho
ResponderEliminarNo se requieren mil páginas para expresar un mensaje tan bello
EL CUENTO VIENE COMPLETO EN EL LIBRO EL GALANO ARTE DE LEER VOLUMEN 1
ResponderEliminarF
ResponderEliminarSiempre que lo leeo lloro de emoción, me recuerda cuando hago trabajo sin cobrar, gracias a Dios puedo hacerlo. Mi solvencia económica me lo permite. Y siento en mi ser, una alegría de ver contentas a ellas
ResponderEliminarUn saludo a Mario HB
ResponderEliminarMi maestro de primaria no lo recomendó y es muy bueno y soy de 5to
ResponderEliminarEres de 5to C
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